
Nuevo libro «Educadoras y feministas entre España y América. Nuevos horizontes pedagógicos 1872-1990»
En el otoño de 2023, tuvo lugar en el Instituto Internacional un ciclo de conferencias Educadoras y feministas entre España y América. Nuevos horizontes pedagógicos. Estas conferencias fueron fruto de la colaboración entre la Fundación Ramón Menéndez Pidal y el Instituto Internacional, y ayudaron a representar fielmente a distintas mujeres y educadoras de la Edad de Plata.
El pasado diciembre, salió a la venta la publicación Educadoras y feministas entre España y América. Nuevos horizontes pedagógicos 1872-1990, que surgió como continuación de esta colaboración entre las dos instituciones. La publicación, escrita por seis mujeres investigadoras, pretende sacar a la luz las fructíferas relaciones entre estas educadoras reformistas a ambos lados del Atlántico.
Como señalaba Elena Gallego, una de las editoras de la publicación: “Ha sido dedicado a seis mujeres que ya son conocidas, pero profundizando en qué relación tuvieron entre ellas, entre la pedagogía americana y las ideas españolas de la edad de plata”. El encuentro con Elena en relación con la publicación de esta obra, ha servido de base para aportar en este artículo algunas pinceladas sobre cada una de ellas.
Los comienzos
Justo un día después de su boda en 1871, la bostoniana Alice Gordon Gulick embarcó en El Siberia, que la llevaría a España. Junto con su marido, se aventuró en un viaje misionero, sin saber que sería una experiencia educativa transformadora.
La pareja, ya asentada en Santander, se involucró en su trabajo misionero hasta 1877, cuando Gulick abrió las puertas de su casa a un pequeño grupo de estudiantes.
Ella no sabía que, años más tarde, esa humilde aula se convertiría en el Instituto Internacional, un centro de aprendizaje de la lengua y la cultura entre Estados Unidos y España.
Cuando el colegio prosperó y se trasladó a San Sebastián bajo el nombre de North American School, se propició un intercambio de ideas educativas progresivas que supuso el arranque del sueño de Alice hacia una reforma en el ámbito educativo español. Incentivado por sus amigos Gumersindo Azcárate, Francisco Giner y Manuel Cossío, la pareja trasladó la escuela a Madrid en 1901.
En colaboración con otras educadoras feministas, Gulick modernizó el sistema educativo español. A través de su labor educativa, las mujeres y jóvenes españolas, pudieron incorporarse en la vida académica como nunca antes.
El trabajo de estas educadoras feministas en el otro lado al Atlántico entre 1872 y 1990 en iniciativas como el Instituto Internacional, la Residencia de Señoritas y el Instituto-Escuela ayudó a que las mujeres en España tuvieran una educación digna y mucho más accesible.
Aunque Gulick fundó la institución más tarde conocida como el Instituto Internacional, fue Susan Huntington quien transformó el centro educativo con la introducción de varias etapas educativas desde infantil a bachillerato, según el Instituto.
Nacida en 1869 en Norwich, Connecticut, Huntington se graduó en Wellesley College en 1900. Susan pasó a ser directora del Instituto en 1910 y continuó en el puesto hasta 1918.
Parte de su labor en el Instituto fue su decisión de abrir las puertas a un alumnado más diverso, alejándose de sus significativas raíces protestantes. La combinación de esto con nuevos programas educativos para todas las edades capturó la atención de educadores e intelectuales como José Ortega y Gasset, Rafael Altamira, Juan Ramón Jiménez, Manuel Gómez Moreno y Ramón Menéndez Pidal.
El Instituto colaboró con la Junta para Ampliación de Estudios en la materialización de dos de sus proyectos de la Junta: el Instituto-Escuela y la Residencia de Señoritas.
El Instituto estuvo implicado en estas iniciativas a través de la enseñanza y la cesión de sus instalaciones. Esto incluía la supervisión del internado de niñas del Instituto-Escuela, de las clases de inglés, además de deportes y juegos.
Reformas educativas
El éxito de estas mujeres se vió impulsado por la creciente necesidad de una educación igualitaria en aquella época.
“Hasta bien entrado el siglo XX, fue enorme la diferencia de oportunidades que las jóvenes norteamericanas tenían a su alcance en el terreno educativo comparadas con las de las españolas,” dijo Pilar Piñón, la directora ejecutiva del Instituto y la otra editora de la publicación.
En 1900, sólo había nueve mujeres registradas en las universidades españolas, según un artículo por Consuelo Fecha García, profesora de Historia de la Educación en la Universidad de Sevilla. Para el año 1936, ya había 2.588 mujeres estudiantes en España.
En su artículo Fecha García afirma que este cambio refleja tanto un aumento en el interés por la educación de las mujeres como en el acceso a instituciones que les permitían una preparación adecuada para el ingreso a la universidad.
La disparidad educativa entre los EE.UU. y España fue un factor clave por el cual las educadoras estadounidenses que llegaron a España pudieron hacer contribuciones tan valiosas. Como dijo Piñón, “Aquellas mujeres que llegan a España son doctoras, tienen una carrera académica brillante, han viajado… son un paradigma de mujer moderna.”
El Instituto Internacional y la Residencia de Señoritas quisieron complementar las carencias del sistema educativo español con una oferta de espacios que incluía un laboratorio de química ya a principios de los años veinte. También, organizaron los primeros cursos de Biblioteconomía realizados en la biblioteca del Instituto Internacional en el año 1928. El Instituto continuó ofreciendo estos cursos durante cincuenta años.
Otra figura primordial en la educación en España fue María Goyri, que jugó un papel fundamental en la fundación y el desarrollo del Instituto Escuela en 1918, según refleja su biografía. Siguiendo el estilo de enseñanza de proyectos como la Institución Libre de Enseñanza, Goyri buscó modernizar la educación en España, utilizando nuevas metodologías.

Elena Gallego, directora del archivo pedagógico de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, explicaba durante la entrevista que los estudiantes de María Goyri escribían las lecciones, incorporando mapas, dibujos y fotografías con el fin de visualizar el contenido que aprendían. Los alumnos aprendían ciencia, literatura e historia, pero no a través de los libros de texto tradicionales, sino con la ayuda de fichas que elaboraban ellos mismos.
A la vez que María Goyri enseñaba a sus estudiantes y formaba a profesores en el Instituto Escuela, su hija, Jimena Menéndez-Pidal, se incorporó al plan educativo como profesora de deportes y juegos.
En este artículo de António Canales explica que en las dos primeras décadas del régimen hubo una gran oposición a los modernos avances que habían tenido lugar durante el periodo liberal de principios de siglo en España.
Según la Biblioteca de Educación, la dictadura disolvió el Instituto Escuela en 1940. Pese a esto, Jimena consiguió crear junto con Carmen García del Diestro y Ángeles Gasset un centro educativo con los mismos métodos de enseñanza, el Colegio Estudio.
Elena Gallego contaba que Jimena fue muy valiente al desafiar las restricciones impuestas por el régimen franquista: “No renunciaron a ninguno de sus ideales, y lo consiguieron. Por ejemplo, la coeducación que estaba totalmente prohibida desde el año 40”.
Aunque las restricciones de la época lo impedían, Jimena Menéndez-Pidal insistió en implementar la coeducación enseñando a niñas y niños en el Colegio Estudio. Cuando los inspectores franquistas llegaban al colegio para comprobar que seguía las normas de división de género en la enseñanza, avisaban a los estudiantes y rápidamente se cambiaban de clase para disimular que estaban dando clase donde correspondía, según las normas.
Legado
Elena Gallego también explicaba que las mujeres seguían siendo una absoluta minoría incluso cuando ya habían podido incorporarse a las universidades. Los estudiantes de género masculino y todo el personal universitario no las llegaban a entender y las trataban de forma desconsiderada. “La figura de las mujeres ha sido siempre dejada en un lugar secundario,” afirmaba Elena.
Las mujeres de la Edad de Plata fueron invisibilizadas a partir de los años 40. Grandes escritoras de la generación del 27 resultaban desconocidas, pero también grandes pedagogas, juristas o científicas fueron olvidadas y se atribuían todos los avances a los hombres.
La dictadura de Franco solo empeoró esta situación de inferioridad, ya que como relataba Elena los nombres de estas mujeres fueron ocultados y olvidados durante las décadas en las que transcurrió la dictadura. Sin embargo, en las últimas décadas se han desarrollado una serie de cambios y avances que han contribuido a la transmisión de la importancia y el legado de estas importantes mujeres. Muchos docentes educan a su alumnado acerca del papel trascendental que desempeñaron estas mujeres educadoras y feministas y las instituciones que ellas constituyeron y en las que participaron.
Elena Gallego también señalaba: “Afortunadamente, en las últimas décadas en las universidades, empiezan a revalorizarse los estudios sobre esas mujeres, que tenían una excelente formación académica, y han sido nuevas generaciones de estudiantes y de mujeres universitarias, las que han empezado a investigar sobre estas figuras y las han ido sacando a la luz.”
Elena constata que los valores con los que estas mujeres vivieron y que promovieron siguen siendo relevantes a día de hoy. Destaca la relación que existía entre mujeres como Jimena Menéndez-Pidal, Ángeles Gasset, Carmen Garcia del Diestro, Susan Huntington, Mary Sweeney, y muchas otras grandes profesoras americanas. Según cuenta Elena Gallego, se caracterizaron por “una convivencia muy respetuosa, muy grata, muy correcta, que se establece entre ellas. En España, no era frecuente”.
Además, instituciones como la Fundación Ramón Menéndez Pidal y el Instituto Internacional en España, mantienen un legado duradero entre Estados Unidos y España en materia de educación. En el caso del Instituto Internacional, más de mil estudiantes reciben cursos en su edificio cada año.
Con publicaciones como la obra editada entre ambas instituciones se contribuye a dar visibilidad al legado de las mujeres de estas épocas y que de este modo puedan impulsar la labor de nuevas generaciones que sigan luchando por la igualdad.
Por Abbey Mulcahy.